Reyes/Triana Debate, Pt. 3

CADA VEZ / QUE TE DIGO / LO QUE PIENSO…/ O SEGUNDAS PARTES PUEDEN SER MEJORES. Por Alexis Triana. Blog Cubarte. 18 abril 2018

I

¡Es sordo como una tapia!– grita en escena el Marqués del Palmar.

Es aquel libreto que ya cité de la zarzuela María La O y en la que el primer personaje va a descubrir que el Conde de Las Vegas hace como que no escucha. Es ladina la respuesta del segundo:

Ya sabes, la sordera mala es la que viene con los años, y nosotros todavía somos unos niños…

Deán Luis Reyes escribe sin responder a uno solo de mis veinte argumentos. Y los elude con un texto inundado de ofensas personales, a pesar de que en “Veinte razones para desmontar…” retiré toda palabra que pudiese prestarse al insulto.

Lo hace en el mismo tono soez que utilizó contra La Jiribilla, contra Fernando León Jacomino y Jorge Ángel Hernández Pérez. Un poeta de Fomento, Ángel Martínez Niubó, nos confiesa que ese texto está “escrito con saña, con rencor, como si cada palabra intentara ser un golpe. No se escribe con golpes.” O Harold Cárdenas Lema, a nombre de La Joven Cuba, que me reclama el no haber reconocido la postura editorial de este blog, al asumir que “Apoyamos la intención de cualquier cineasta o artista que se proponga humanizar la figura del Héroe Nacional, pero siempre desde el respeto”, aun cuando expresen otras consideraciones con las que este redactor no coincida. *1

La verdad sea dicha: Deán Luis Reyes ha sido incapaz de mostrar pruebas “por ahora”. Tampoco hace mucho esfuerzo por mantener una polémica como aquella entre Alfredo Guevara y Blas Roca que tanto le gusta citar. Y es tan alta la estima que tiene de sí mismo, que se compara con Eduardo Chibás en aquel histórico aldabonazo de 1951. Es casi gráfica la opinión que dejó en el muro de Jorge Angel Hernández Pérez el 10 de abril de este año: prefiero ser esa infantería que sugieres, que ir con la impedimenta que tan bien representas… Me mantendré publicando más y más evidencias de por qué Deán Luis Reyes  miente. Y lo haré por partes, con precisos links por el aquello de “las bases de datos purgadas”, e imágenes muy reveladoras, en una época donde apenas leen quienes le animan con palabras como “musculoso” y “regio”, que a cualquiera darían vergüenza en su muro.

Alexis Triana transmitiendo por la radio

Lo haré incluso en el plano personal, como hice cada día en aquel llamado periodo especial, cuando en Tele Cristal se trasmitía el programa de debate titulado Al Pan, Pan… y yo evocaba en cámara a José Julián Martí y Pérez, con el siguiente parlamento: Y al vino, ¿cómo le llamamos al vino?, aunque sepa agrio es nuestro vino, La verdad aunque nos duela en el costado, porque se ha de vivir y morir aferrado a la verdad, y así, si se cae, es una honrosa compañía que enferma, pero que nunca muere.

II

El ICAIC es, quizás, la institución cultural que más conferencias de prensa ha organizado a través de sus seis décadas de existencia, y hoy las mantiene como política en el Centro Cultural “Fresa y Chocolate”. Que yo sepa,nunca se ha negado a dar la información de qué proyecta y dónde en la red de cines comerciales. Todos los datos estaban, y  están, en ese mismo edificio de la calle 23 donde pululan las almas que Deán Luis Reyes tanto dice amar. Al menos yo, subí y bajé pisos en el ICAIC durante el apagón de estos días, para poder llegar al ocho donde está la oficina de Benigno Iglesias.

Igual pasé por donde ha estado la oficina de la Muestra, y me encontré a Octavio Fraga, el mismo de los tiempos de la AHS, y al que la productora del work in progress también promovió equivocadamente del cargo de director de creación artística al de Vicepresidente del ICAIC, cuando ella lanzó la primera piedra a la red de redes.

Fraga aún no sale de su asombro con la acusación de que el susodicho material sólo lo hayan visto dos funcionarios, justo porque esa fue la encarecida solicitud que le hiciera Martha María Ramírez en tono amable, evocando los derechos del creador. Ni siquiera se explica el “martazo” de decir que volvió a verlo, y que fue él quien le dijo que no se aceptaba el material, cuando en realidad nunca más se encontraron, y él cumplió estrictamente con no mostrar el asunto más allá de lo necesario, apegado a la palabra empeñada.

¿Es que hará falta acaso una asamblea para aprobar la proyección pública de un filme? ¿Por qué Deán Luis Reyes insiste en querer ignorar que el Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficos tiene ese derecho, refrendado en la ley y en las Palabras a los intelectuales de Fidel: “Dentro de la Revolución, todo. Contra la Revolución, ningún derecho.”?

Cuando él no paga la entrada al cine, con la identificación que le acredita como prensa cinematográfica, reconoce sin dudas que es esta institución, —entre las dos primeras fundadas por la Revolución—, la que financia todas esas muestras, envía las cintas a certámenes en el mundo, y paga hasta la corriente eléctrica de los locales donde las estrena, algunas de ellas en coproducción o independientes. Hoy el cine cubano se promueve de tal manera, que en el 2017 llegó a más de cien festivales y muestras internacionales; mientras unos trecientos cineastas, productores y directivos viajaron a presentar sus filmes.

El gasto de la subvención anual del estado cubano al ICAIC es de más de treinta millones de pesos, dentro de una entidad que compensa parte de sus gastos con los ingresos que genera. Con esos fondos pudieron programarse en la red comercial de cines las trescientas veintiocho cintas, de cuarenta y cuatro países, y donde mucho más de la mitad eran estrenos.

Y es que en todas las capitales del planeta, lo primero que se hace antes y después del rodaje de un filme, es buscar el posible distribuidor. En la pura lógica de las Distribuidoras, la película QHUP será de sus creadores, financiada en internet por más de siete mil euros en crowfunding, y tienen que ser sus autores los que convinieran su exhibición con el ICAIC, de esta o de cualquier otra cinta en Cuba. Se trata de una institución cultural, no de un atajo de policías rastreando qué se estrena como cine independiente en eventos fuera del país. Benigno Iglesias me explica —hay que hablar con gente que sabe lo que dice—que en esos festivales no se le da a los realizadores explicación alguna del por qué no se selecciona un filme, y allí nadie habla de censura.

Deán Luis Reyes nos subestima incluso en la capacidad de funcionar —a mis compañeros como servidores públicos y a este redactor— y da por sentado que sólo dos personas vieron el material audiovisual, como mismo lo hicieron mis conocidos en la EICTV, allí donde él daba clases y alguna vez debe haber reconocido que, cuando se escribió el artículo decimoprimero de la Ley 169 de creación del ICAIC, no existía el cine independiente, porque era en el año 1959.

Como no se debe confundir lo bajo con lo astuto, lo reto a buscar en la red de redes que el ICAIC o el Ministerio de Cultura hayan colgado en algún sitio la llevada y traída escena de QHUP, que se haya filtrado a las web de las instituciones de la cultura o a sus páginas de redes. Las palabras ética y decoro deben saber ser sostenidas hasta el final, aunque se haya tratado de un triste show mediático…

III

He hablado con los redactores de “El Caimán Barbudo”, los de antes y los de ahora, ante la insistente solicitud de nuestro crítico.  Tengo con ellos una relación muy singular, pues en mi libro de debates culturales ¿No nos entendemos?, publicado por Ediciones Holguín, cuestioné el por qué no se ha puesto un cartel en la casona de la calle Paseo, que avise a los nuevos que llegan: Aquí se hizo periodismo combatiente desde la Cultura y las Ideas.

Sé que tampoco sabe que mi primer reconocimiento como periodista lo obtuve allí cuando Paquita de Armas —la misma apasionada directora que mandó a publicar la caricatura del gallego Posada sobre Fidel Castro— enviara al jurado del Premio Abril mi reportaje “La Cultura en Ciego de Ávila: Dándose Cabezazos”. Y mucho menos que en sus páginas están publicadas mis fotos y entrevistas de lo que entonces llamamos “La generación de los Topos”, frase que pertenece a mi hermano Joaquín Borges Triana, aunque hayan querido acreditármela.

Como Deán Luis Reyes augura que ya esto no es ni un diálogo de sordos, y de paso me espeta “manipulaciones groseras disfrazadas de sentido común”, tomo prestado este argumento a uno de los que él considera defenestrados en otra época: y que, en lo particular, siempre leo en su blog con mucha atención: “Una polémica es un tipo extremo de diálogo.” *2 Es de allí, exactamente del mes de febrero de este año, que leo este comentario exquisito de Emilio Ichikawa: “La verdad es que (El Caimán Barbudo) ha dado gente que se puede recordar de buena gana: Fernando Rojas, Jesús Díaz, Manuel Henríquez Lagarde, Norge, Zurbano, Josué, y por supuesto Bladimir Zamora, el mejor de todos.” *3

Y como la obsesión personal de Deán Luis Reyes parece haberse desplazado hacia quien usó el seudónimo de “Cristian Alejandro”, y la posibilidad de que hayan desaparecido los archivos de La Jiribilla misteriosamente de la web, lo conmino a buscar este link que no le voy a regalar, nada menos que una entrevista de Cristian a Mijaíl Rodríguez bajo el título “Los jóvenes como protagonistas de la gestión y producción cinematográfica” en el año 2015.

Lo increíble es que, aun cuando en el traspaso de plataformas se perdieron algunos números, todos los textos a que alude Deán Luis Reyes, y otros afines, pueden localizarse en la propia web, como acabo de hacer en estos días en que encontré dentro del propio buscador de la publicación los seis textos de Cristian Alejandro, que el crítico asegura han desaparecido.

Por cierto, uno de ellos está acompañado por otros de Gustavo Arcos y Manuel Iglesias en el número 748, y respondido por Arturo Arango en el 750, donde hay además una respuesta editorial de La Jiribilla, junto a textos de Juan Carlos Tabío y Juan Antonio García Borrero. O sea, una polémica en toda regla, con opiniones muy, muy diversas, y en la que La Jiribilla expresó su posición editorial sin que eso haya dañado la reputación de nadie. Aquí van en las notas a pie de página los links de aquel debate, de esos que ya no aparecen en la prensa cubana.*4

Sería útil solicitar a la hemeroteca aquellos números del Caimán de hace veinte años, y publicar otra vez los textos. Ratifico lo que expresé en mi comentario anterior y dejo una referencia del mismo Caimán a un libro de Elvia Rosa publicado posteriormente. *5

Tanto Elvia Rosa como Fowler han trabajado con las instituciones. Fowler todavía lo hace, por encima de cualquier discrepancia coyuntural. Acaba de comentar que más que esta polémica, le interesa que yo escriba sobre el trabajo de las direcciones provinciales de cultura y cómo lograr que estas hagan lo que hicimos en Holguín, —lo que hicimos nosotros, juntos los creadores, y los funcionarios que calumnia, y que son igual gestores culturales.

No creo que Víctor Fowler y Elvia Rosa Castro se hayan sentido perseguido o condenados. Ellos han trabajado como incansables promotores, escrito sus libros y publicado por ende en muchísimas revistas, incluyendo La Jiribilla, que en ninguna parte he dicho sea una publicación ejemplar, y puede haber cometido en quince años algunos errores como cualquier publicación periódica.

Lo mismo me ocurre con el “Preguntemos a Eduardo del Llano y a Lina de Feria” Supongo que se refiere a las entrevistas a cada uno de estos autores, que localicé entre los más de veinte textos relacionados con su labor. La del cineasta y crítico Eduardo del Llano continúa en el mismo sitio. Puede copiarse el link. La de la poetisa Lina de Feria está en página similar, y tampoco desapareció “misteriosamente de la web”. *6

Las declaraciones fueron publicadas en el 2005 y 2006, es decir, más de una década atrás, lo que a los más jóvenes puede parecer remoto pero es aquello en lo que nuestro autor se ha especializado.  Ambos creadores son intelectuales que han decidido vivir en su patria y merecen todo el respeto por su obra y coherencia. Si se trata de que hablen en esas entrevistas de la Revolución, ¿es ese el problema, y como siempre lo plantea Deán Luis Reyes de manera sinuosa? Conozco a Del Llano en su honestidad como creador, y sé que no le temblaría la mano en hacer una demanda a una revista digital por manipulación. Ambos autores podían haber reclamado si no eran sus declaraciones. Me asegura Nirma Acosta, que hoy trabaja en Buenos Aires, Argentina, pero que siempre está con su país, que ello no sucedió nunca.

Zurbano publicó en el New York Times que “la revolución para los negros cubanos no ha comenzado”. *7 Un grupo de intelectuales reaccionaron, por cierto, con diversidad de criterios, y La Jiribilla publicó ese texto de Zurbano y el de otros escritores y periodistas. Después de ello, Roberto Zurbano siguió trabajando en Casa de las Américas. Por cierto, la práctica de publicar opiniones contrapuestas en las revistas cubanas está muy extendida. Cualquiera puede consultar publicaciones como Temas y La Gaceta.

Es evidente que Deán Luis Reyes no tiene prueba alguna de que algún “funcionario” haya manipulado o escrito textos para desacreditar a nuestros intelectuales. Son puras especulaciones, desatadas con toda intención y que Gustavo Arcos recogió, Si tiene otras “evidencias”, preséntelas de una vez. Y como Deán Luis Reyes públicamente me ha exigido que hablara con tantas personas, lo hice incluso con el tal Cristian Alejandro. Claro que no tendría que decirme el primero quién es el segundo. Cristian me ha comentado que va y a lo mejor hasta escribe de nuevo para saludarle.

IV

Hace rato que esta polémica dejó de ser sobre el cine cubano. Quiero dejar constancia que escribí y publiqué “no estoy acusando a Deán Luis Reyes, ni a Gustavo Arcos, ni a ninguno de quienes discrepo…”, etc., etc. Así que no me toca a mí demostrar para nada lo contrario.

Sólo he tenido algunas dudas cuando, al leer de nuevo la réplica en su muro –¡qué tremendo que Mark Zuckerberg nos amenace con cobrar Facebook!- he encontrado visibles y al alcance de cualquiera, esta foto que habla por sí sola: el anhelado estreno en el MOMA de la muestra Cuban Cinema Under Censorship, y tiene como patrocinador al Instituto Hannah Arendt, el mismito que ya se ha denunciado tantas veces porque vive no solo delcrowfunding,  sino del otro por ciento que le aportan los que financian la guerra cultural que se nos hace.

Cual no será mi sorpresa al ver a toda pantalla, y con sus créditos originales, a la sin par Tania Bruguera, yo que acreditaba la autoría original a Deán Luis Reyes y resulta que es únicamente el curador principal. Por cierto, me contaron que, a diferencia de la inauguración,  el estreno de Santa y Andrés en el MOMA tuvo muy poco público, y que ella andaba por allí convocando a sus fans para llenar asientos. Como se sabe, la Bruguera sí está en las nóminas, y no necesita negarlo ante tantas evidencias. Esta imagen del debate sobre el escenario aparece en su propio muro, no en el de Deán Luis Reyes, —lo reconozco.

Ella usa la misma exhortación a “cómo perder el miedo”, aunque por ahora de una manera pacífica. Casi las misma idea fija de nuestro crítico, que debe haber matriculado el taller en esta vivienda en La Habana Vieja, donde se embauca a turistas e investigadores socioculturales, y cuya única legalidad es el carné de cuentapropista de Tania Bruguera, concedido por la Dirección Municipal de Trabajo, como profesora repasadora a domicilio de niños de primaria y secundaria básica.

Adjunto de paso una imagen del blog estrictamente personal del que tiró las fotos en el MOMA, para que vean que sus puntos de vista son muy constructivos.